Estamos ante una dramaturgia que muestra el drama interno de los comportamientos humanos más primarios y su efecto en una sociedad que culturalmente penaliza al que se sale de la norma.
En la era del individualismo, de las redes sociales y de la digitalización del conocimiento, juzgamos a los otros con más crudeza y nos sentimos más juzgados que nunca. De ahí la necesidad de expresar a través del arte los sentimientos y los deseos de todos aquellos que se saltan las reglas y se asoman al abismo del otro lado.